sábado, 13 de junio de 2009

Pongámonos en situación.


John Reig continúa en su balcón acariciando a un gato.
El gato sigue siendo blanco y mantiene aún una mancha negra en su ojo izquierdo.
Lucia Thoclaw expulsa humo por la boca como una locomotora.
Bienvenida Jaén esta perdida entre los rumores de rojo y negro y una libreta amarillenta.
La furgoneta roja sigue estando donde esta, no se ha movido.
Víctor Mesa seguramente esté en un bar bebiendo cerveza mientras alguien recita un poema de Oliverio Girondo a alguna mujer sonrojada. (Se estima que su localización se encuentra a 537 km. de la escena).
 
Benedetti no sabemos donde esta ahora. Quizás se encuentre en la boca de un noruego en Valparaíso o en la de un irlandés en los supermercados St. Patrick o en el sueño de una fulana en New York.
 
River pierde tres a cero con Boca.

Y en este momento, John deja de acariciar el pelaje de su gata. Se incorpora, abre la boca y sube unos decibelios hasta llegar al griterío:

“te equivocaste yo no soy ningún lobo estepario.
Aún muerdo tus bragas sabor yogurt
y sí, aplasté una mosca con mis cinco dedos sin que tu me vieras”

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